La AIFiCC organiza las VI Jornadas de Actualización de Enfermería Familiar y Comunitaria, en La Farga
Este miércoles ha comenzado en La Farga las Jornadas organizadas por la AIFiCC donde las enfermeras de primaria alertan de que cada vez se come menos en familia y esto va en detrimento de una alimentación saludable.
Las enfermeras de primaria también destacan que hay un incremento del consumo de proteína, se come demasiado azúcar refinado y se están implementando costumbres alimenticias de otras culturas (fast food) en detrimento de la dieta mediterránea.
Una de las tareas de enfermería es la promoción de hábitos y estilos de vida saludable, a través de la información y sensibilización a la población. De hecho, es en las consultas de enfermería de atención primaria donde se detectan en los niños y niñas los problemas relacionados con la alimentación y desde donde se promueven los buenos hábitos en la alimentación, tanto del niño como del núcleo familiar, porque como destaca la enfermera y socia de AIFICC, Cristina Laserna «una de las grandes dificultades que nos encontramos es la poca implicación de la familia. En estos casos, hacer un abordaje que sólo es para el niño (paciente) y no para el núcleo familiar conlleva un fracaso, si no modificamos o tenemos hábitos saludables a nivel de la familia, no conseguiremos que el niño coma mejor, y mucho menos que adopte un estilo de vida saludable para la edad adulta».
Las enfermeras de primaria destacan que se está observando que las dietas en edades muy tempranas ya tienen un exceso de azúcares refinados y de grasas. De hecho, según datos de la Encuesta de Salud de Cataluña 2015, en la población de 3 a 14 años se observa que: el 27,5% consume frecuentemente productos de contenido calórico elevado, un 15,4% bollería industrial y golosinas, y un 13,2% bebidas azucaradas o refrescos.
También han observado que se consume más proteína de la necesaria, lo que no sólo no implica un mayor crecimiento, sino que supone un esfuerzo innecesario para determinados órganos (hígado/riñón), y que se están adquiriendo costumbres de otras culturas (fast food) en detrimento de nuestra dieta mediterránea tan beneficiosa y recomendable.
Además, dice la enfermera Paola Raventós, hay otros elementos que también favorecen una mala alimentación «se está perdiendo el acto de comer como acto social, se come poco en familia, todos juntos en la mesa, también se hacen pocas comidas al día (en lugar de dividir la ingesta de alimentos en 4-5 veces durante el día), y además tenemos un estilo de vida poco saludable. Nuestros niños y niñas hacen poca actividad física, y son demasiado sedentarios».
Todo ello nos lleva a que un 31.8% de los niños entre de 6 a 12 años tenga exceso de peso, que un 19,1% tenga sobrepeso y un 12,6% presente obesidad, según datos de la Encuesta de Salud en Cataluña de 2015.
Alimentación en edades tempranas
En este sentido, hay que apostar desde pequeños para introducir hábitos alimentarios saludables, y por ello desde la AIFICC recuerdan que hay que hacer sólo lactancia (si es materna, mejor) hasta los 6 meses, y hasta los dos años junto con alimentación complementaria. Y que no se debe iniciar la alimentación complementaria antes de los 4 meses o después de los 6 meses, porque puede producir efectos adversos en el crecimiento y desarrollo, en las funciones renal, intestinal y metabólica, así como en la conducta y hábitos dietéticos del niño. Asimismo, la introducción tardía de alimentos potencialmente alergénicos no tiene ningún efecto preventivo en el desarrollo de alergias (ni en la población en general ni en la de riesgo).
Anna Mulero, enfermera y socia de AIFICC matiza respecto a la alimentación complementaria que debe ser «equilibrada, variada, suficiente e individualizada, que el niño coma en un ambiente relajado y cómodo durante las comidas. No forzar, y respetar la sensación de hambre (en ausencia enfermedad), promover hábitos higiénicos, alimenticios y de comportamiento adecuados, así como sociales (haciendo comidas en familia) y fomentar el descubrimiento y aceptación de los diferentes alimentos por parte del bebé, educando en el placer de comer con moderación», tal y como recoge el Departamento de Salud en las recomendaciones para la alimentación en la primera infancia (0-3 años).